En el ámbito del libro antiguo, una de las líneas más apasionantes de investigación es la reconstrucción del fondo antiguo de una biblioteca. La mayor parte de ellas se ha formado por la suma de colecciones de distintas procedencias, por lo que el trabajo, al final, se dirige en varias direcciones. Si, además, se añade una biblioteca emparedada, la labor se hace aún más compleja, pero no por ello menos apasionante.
Los autores, el doctor Luciano Ramírez Hurtado y el licenciado José Luis González, miembros de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, pero desde perfiles distintos, uno académico, otro bibliotecólogo, ambos con perfil de investigador, han conseguido desentrañar con brillantez la interesante historia del fondo antiguo de una universidad moderna, así como mostrarnos su composición, destacando las joyas que se fueron reuniendo hasta formar un espléndido acervo.
En el convento de la Purísima Concepción de San Diego (Dieguinos) de Aguascalientes, sus religiosos debieron recurrir a la ocultación para salvaguardar parte de sus libros –unos 200–, los que consideraban más valiosos, de una posible destrucción en aquellos tiempos revueltos. Unas obras fueron el detonante del hallazgo, que se habría convertido en una desgracia de no ser por el celo de una empleada de la biblioteca, por la actuación de las autoridades académicas, y por el posterior tratamiento del acervo por bibliotecarios y docentes, en una simbiosis tan característica de las bibliotecas universitarias. De ahí que, al margen de lo llamativo del hallazgo, lo más importante es el recorrido por la historia del acervo y por el tratamiento que ha tenido gracias al buen hacer de muchos profesionales. Una biblioteca conventual que, con su edificio, se incorporó a una institución civil que fue transformándose, lo que hace más complejo su seguimiento: Escuela de Agricultura, Instituto Científico y Literario (con diversas denominaciones), Instituto Autónomo de Ciencias y Tecnología y, finalmente, Universidad Autónoma de Aguascalientes.
Así pues, y sin que estuviera planificado, este fondo conventual tuvo el mismo destino, la universidad. Ahora está acompañado por ejemplares procedentes de otras bibliotecas (conventos, Liceo de Niñas, Municipal, Seminario, particular del Dr. Jesús Díaz de León), como bien describen los autores, lo que enriquece el fondo. La Universidad Autónoma de Aguascalientes se propuso tratar este acervo y más adelante llegó un proyecto integral que lo preservara, catalogara y difundiera. La catalogación inicial llegó de la mano de la experta Elvia Carreño, quien con su sabiduría y experiencia en los acervos conventuales, puso en valor una colección que tiene auténticos tesoros, a los que los autores dedican el minucioso estudio que ocupa la segunda parte del libro. ¿Qué mejor manera de elogiar un libro, de ayudar a preservarlo, que describirlo, darlo a conocer, mostrar su valor? Porque para que nuestras bibliotecas se conserven y se valoren, hay que catalogarlas y darlas a conocer, como hacen magníficamente los autores.
Por tanto, en el presente libro se conjugan dos visiones distintas, pero integrales. Por un lado, la de un historiador prolífico y reconocido a nivel local y nacional por sus estudios de historia del arte; y por otro, la de un trabajador incansable de las bibliotecas universitarias y conocedor de la colección antigua que en este libro se estudia. Se unieron pues, el quehacer histórico con el conocimiento bibliotecológico. Ambos, desde su perspectiva, nos entregan un libro que pone de manifiesto que urge acercarse al estudio de los libros de la Colección Antigua de la Biblioteca de la Universidad Autónoma de Aguascalientes porque en ellos se encuentra parte de la historia de la Universidad.
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