La naturaleza de Aguascalientes se nos ofrece en Los dioses del sigilo, de Thercy Arvizu, convertida en poesía, y ese tono lírico le confiere a lo nombrado un aura sagrada, trascendente, en la que se respira una temporalidad diferente de la humana. También posee este libro cierto aire de oración, o mejor, de invocación, pero sin dejar de entablar un diálogo íntimo y cercano con todo lo enunciado.
La autora juega a ser cada uno de estos árboles y animales que nombra, y desde ese juego lúdico levanta su canto: “He visto la luz y sus policromías, / he sentido la diversidad del viento”. Así, árboles, pájaros, toda una multiplicidad natural se revela llena de vida, palpitante, sugerente.
Obviamente este libro profundamente ecologista nos invita a reflexionar sobre nuestro lugar en el planeta y el sentido que hemos asignado a la flora y a la fauna dentro del conjunto de lo vivo, que nuestra rapaz supremacía muchas veces doblega y devasta. Encanto y amor hacia la naturaleza son sin duda los rasgos más definitorios de este libro.
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